
¿Qué sería de los cubanos sin el humor inteligente? Para que no nos falte la sonrisa de fin de semana, acogemos Cuentos de nuestro Era, una columna medio en broma, medio en serio, de la autoría del escritor Jorge Fernández Era e ilustrada por Wimar Verdecia.
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Los exiliados serán los encargados de mantener una unión más activa con la realidad de la Isla, de organizar campañas mediáticas en favor de los presos políticos y de multiplicar su activismo desde Miami, Madrid o Ciudad de México. La interrogante se nos queda en el tintero: ¿Serán estos emigrados quienes ayuden a impulsar desde la diáspora la transición hacia una Cuba verdaderamente libre y democrática?
La variable «tiempo» es clave para los sectores democráticos; al régimen se le agotó hace mucho. Ni los presos políticos ni las mayorías aguantan más. Nadie por separado tiene la solución. Las redes sociales no lo son todo, hay que cerrar filas y apurar el paso. Urge un frente común contra el cansancio y el miedo, que vaya de una vez a por la democracia.
Muchos de los simpatizantes en Cuba de los sistemas económicos asiáticos, pretenden ignorar que estos no son menos antidemocráticos y autoritarios que el régimen cubano. El modelo político y económico de China, como el de Vietnam, descienden del modelo unipartidista y totalitario que Stalin estableció en la URSS, aunque por supuesto con ciertas adaptaciones nacionales.
Antes de los cambios económicos que Den Xiaoping inició en China en 1978 y que Vietnam inauguró con la política de Doi Moi en 1986, ambos países estaban por debajo de Cuba en la gran mayoría de índices socioeconómicos y bienestar social. Actualmente los dos países mencionados aventajan por mucho a Cuba en la mayoría de los referidos índices.
La primera transición que debe ocurrir en Cuba es dentro del activismo, pasar de individualidades a campañas, diseñadas en base a escuchar lo que dice la gente a voz en cuello. Constantemente hay personas transitando de zonas de indiferencia a zonas de activismo, el potencial humano crece todos los días a ojos vistas.
En Cuba, la tríada perfecta del poder radica en precisar: quiénes usufructúan la propiedad estatal y cómo lo hacen; de que modo funciona la estructura política del Estado, y cuán permeable a la voluntad ciudadana es el sistema electoral. Pero para abordar esos temas, habría que abandonar la ligereza y el desparpajo que caracterizan a La Sobremesa.
Con los discursos de la descentralización, el emprendimiento o el diálogo, el régimen intenta, a través de sus voceros oficiales u oficiosos, construir agendas intelectuales que simulen reformas, mientras preservan los elementos que constituyen el núcleo de su poder. Son operaciones de distracción, diseñadas para encauzar la atención pública hacia cuestiones importantes, pero no esenciales, y alejarla de las transformaciones estructurales que el país necesita.
La ideología debe servir a la vida. No es la vida la que debe ofrecerse como sacrificio en el altar de la ideología. ¿Cómo asumir, celebrar y defender una ideología que en la práctica no permite una existencia más benévola y provechosa? Por mucho trabajo de catequesis que se haga, tales ideas no se convertirán en convicciones en la conciencia de las personas, pues no hallarán su sentido útil.
Tajante como una mocha recién afilada; dulceácido, como el guarapo que merma la sed o agria el aliento; infinito, como los campos de caña que verdeaban los paisajes de la Isla antes de que (casi) todo se destruyera, Central Patria, de Ronel González Sánchez, es una recia columna de poesía e intelección en el panorama de la literatura nacional.