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Todo nos conduce y trata de sumergirnos en la barbarie. Y ante el reclamo, a veces tímido, de algún compatriota, se ha hecho común la frase impúdica e inaceptable de: «eso es lo que hay»; la respuesta preferida de la marginalidad que la espeta como una ocurrencia, cual si se tratara de una ingeniosidad.
La nube, como nuevo espacio de ciudadanía activa, no es solo un canal de expresión: es una plataforma de creación de realidades. La IA puede ser una herramienta de poder cívico, construyendo redes, decisiones colectivas y verdades verificables.
Buscar la verdad a veces conlleva enfrentar los pilares educativos y sociológicos que conforman la personalidad de cada uno. Las preguntas que nos hacemos son, de cierta forma, las mismas que merecieron una respuesta para aquella generación del DR que murió con los sucesos de Humboldt 7 y el juicio a Marcos Rodríguez retumbando en su conciencia. ¿Podemos afirmar que la historia que conocemos acerca del referido juicio es toda la verdad?
La libertad de expresión viene a ser el componente más perceptible y distintivo de una verdadera libertad. Por todo lo que constituye en el desarrollo de una conciencia cívica efectiva y provechosa, por lo que coadyuva a una coexistencia armoniosa, por lo que genera en el respeto y en la conciliación entre perspectivas diversas.
La configuración de un potente y cerrado dispositivo legal e institucional que desactivaba y tornaba inaccesibles e inocuos los derechos, libertades y garantías reconocidos constitucionalmente, fue apenas un boceto que sugería a la perfección el perfil final del modelo de poder: su forma de Estado Despótico de Derecho.
Para Cuba, el pontificado del Papa Francisco significó una oportunidad inédita: puso a la Isla en el centro de una diplomacia orientada al deshielo, y envió mensajes que, aunque incómodos o ambivalente en ocasiones, reconocieron la dignidad de un pueblo atrapado entre el autoritarismo y el exilio. Su cercanía no puede leerse de forma simplista: fue el intento, desde la moderación y la escucha, de abrir una puerta donde parecía no haber salida.

¿Qué sería de los cubanos sin el humor inteligente? Por eso, para que no nos falte la sonrisa de fin de semana, acogemos Cuentos de nuestro Era, una columna medio en broma, medio en serio, de la autoría del escritor y humorista Jorge Fernández Era y con ilustración de Wimar Verdecia.
¡Un cambio brusco en la marcha de las cosas es lo que le hace falta a este país, chico! ¡Cómo puede hablar el periódico de que ese ser inerte, frío, con «voz neutra sin emociones», tan alejado de nuestra idiosincrasia, pueda sustituir al personal docente!
No habrá transporte para dirigirnos al centro de trabajo o para desconectar del tedio que significa asistir al trabajo, pero sí para asegurar marchas, mítines y actos en apoyo a pueblos que solo están un tin peor que nosotros.
En un país en que se invierte más en hoteles & residences que en agricultura, transmutan la sentencia martiana: «La Patria que no ara es puro pedestal».
El mayor cambio estructural que ha habido en La Habana en los últimos años es esa estructura horrenda que se levantó en 23 y K. «¡En 23 se rompe el Korojo!», hubiera gritado Maceo en Mangos de Baraguá.
En Cuba, el Día Internacional de los Trabajadores no es un momento para festejar conquista social alguna, sino una puesta en escena. Que la participación real sustituya a la simulación, que el derecho reemplace al castigo, y que la representación auténtica desplace a la subordinación, para que esa fecha recobre su significado y deje de ser un acto vergonzoso y falaz.