Deriva
—¿Tienes idea de por dónde andan las noventa y tres medidas que se implementaron hace cuatro años para salvar la industria azucarera?
—Imagino las tengan salvadas en su computadora los sesudos que las implementaron. O se hayan convertido en salvas entre tantos fuegos artificiales.
—A veces me vence la nostalgia y me pongo a recordar aquellos tiempos de la década de los noventa en que un vaso de agua con azúcar se convirtió en símbolo de pasar hambre.
—Guárdate esas remembranzas y ten piedad con mi sistólica y diastólica bomba. Tu pregunta me hizo volver al año 2021 y a aquella aseveración que hizo nuestro presidente de que «Si no hay caña, no habrá azúcar ni derivados». Todavía se me aguan los ojos cuando la recuerdo.
—No es para menos. Pocas veces ha brillado tan alto un estadista.
—Yo diría que fue hasta el cogollo del asunto. A nadie se le había ocurrido antes.
—El proyecto creado para lograr que a ningún niño le faltara el agua azucarada incluyó un grupo temporal de trabajo integrado por dieciocho científicos y expertos.
—El equivalente a dos equipos de pelota.
—Estaban en juego muchas cosas. Por eso trabajaron en la «identificación de los principales problemas del sector, sus causas y las propuestas de solución, partiendo de los diagnósticos y recomendaciones de documentos rectores, intercambios con otros científicos y expertos y el debate, tras la primera versión, con un grupo de empresas agroindustriales y bases productivas».
—Todavía se espera la primera inversión.
—El Granma se refirió a aquello como «un debate más dulce que agrio». Las medidas tuvieron como premisa «su aplicación inmediata». El Pleno del Comité Central del Partido, a bombo y platillo, acordó «que se elaborara el cronograma de las acciones y tareas necesarias para implementar cada una». Llegué a confiar en que en muy poco tiempo podrían pedirle al pueblo que se desprendiera de media cuota de la bodega para donársela a cualquier país amigo.
—Nuestra conversación será más agria que dulce si no acabas de decirme a qué viene desempolvar edulcorantes.
—Nada, que en aquella ocasión se afirmó que «la industria azucarera es historia, es identidad, es política, es orgullo nacional», y hoy leo que, presidido por Canel, ha sesionado el Consejo Nacional de Innovación correspondiente al mes de mayo. Allí se expresó que «el universo de la agroindustria azucarera es historia, cultura, tradición y, desde luego, economía».
—La misma historia, pero con peor economía.
—Esta vez «la motivación era juntar ideas». El Grupo Azucarero Azcuba presentó un proyecto titulado «Introducción de nuevas tecnologías para el incremento de la producción azucarera y sus derivados».
—¿No es de suponer que entre las noventa y tres medidas a que compulsó Raúl hace cuatro años estuviera incluido el tema de las nuevas tecnologías?
—Ya están viejas las de entonces. Desde que al presidente le dieron el doctorado, nuestro desarrollo científico y tecnológico ha sido tremendo.
—Inversamente proporcional a la siembra y cosecha de la caña.
—Que ha tenido «un comportamiento descendente en sus niveles productivos», además de experimentarse «un desgaste progresivo en la industria», según lo que se le dijo al rey en el Salón Plenario de Palacio.
—No es lo que se prometió hace casi un lustro. ¿Se referirá Ronquillo al tema del azúcar cuando habla de que «nuestro Estado sufre pérdidas cuando anuncia medidas circunstanciales que se extienden en el tiempo y permanecen sin explicación alguna»?
—Lo que no tiene explicación es que siga de presidente de la Upec un tipo capaz de hablar de una «profunda transformación estructural del país, una de las más notables del mundo actual».
—La transformación estructural de la Isla tiene que ser muy profunda para que una economía pase de ser la principal exportadora de azúcar a depender de la importación para no cubrir ni la décima parte de la demanda. Ello demuestra la «amplia gama de políticas que promueven una singular metamorfosis de toda la sociedad».
—Ni Kafka lo logró mejor.
—Canel puede sentirse orgulloso de cuánto se ha salvado la industria azucarera en los últimos años. Solo falta que no muela ningún central para que proclame el triunfo de las noventa y tres medidas.
—No hará falta. La vicepresidenta del grupo Azcuba, como para dejar claro que no solo al primer secretario se le ocurren frases geniales, ha dicho que «de la caña es posible crear azúcar y sus derivados».
—…Sobre todo alcohol.
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Caricatura: Wimar Verdecia / CXC.