Salvavidas
—Ronquillo volvió a la carga.
—¿Me hablas del encumbrado presidente de la Unión de Periodistas de Cuba, ese que fue elegido para el cargo gracias a su «liderazgo y visión», y que en marzo declarara que «sin audacia no se podrá transformar la prensa cubana»?
—¿De veras tuvo audacia para denunciar la escasez de audacia?
—Ningún funcionario del Ministerio de Comercio Exterior supo responderle. Los barcos de audacia, como los de arroz, andan a rumbo por esos mares, sin fecha tentativa para recalar en nuestros puertos.
—Ahora se tiró con otra de sus joyas: un artículo titulado «Cuba, la política y los detalles».
—¿Pudieras detallarlo?
—Qué decir de una columna escrita por un corresponsal «cuyo talento y compromiso no pasan desapercibidos». Abre con una frase contundente: «Los detalles deciden en política». A uno se le esfuman las esperanzas de que tendrá coraje para ir contra las políticas del Gobierno que lo puso ahí cuando dedica nada menos que once párrafos a ejemplificar que la leyenda del Comandante «se tejió en gran parte de detalles».
—Es la forma de tejer su leyenda de periodista.
—Dice que Fidel tenía «obsesión puntillosa». Agrega que «no faltaban quienes se ponían muy tensos cuando debían enfrentarse a sus baterías de preguntas y reclamos de razonamientos desde los asuntos más simples hasta los más complicados».
—Debió ser al revés, ¿no?: que fuera Fidel quien se pusiera tenso cuando debiera enfrentarse a las baterías de preguntas y reclamos de razonamientos de los periodistas. Dada la obsesión puntillosa del presidente de la Upec de clamar por un periodismo combativo y diferente, así serían las preguntas «incómodas» que le hizo al líder de la Revolución.
—Hacen falta tipos del calibre de Ronquillo, con esa sagacidad para olerse que podrá durar en el cargo si habla del «tierno encuentro con niños cubanos» que tuvo el actual presidente, de cómo fue «espoleado por una pequeña a plantearse las dudas e incertidumbres que suponen la continuidad de la Revolución».
—Qué espuelas… las del que lea eso.
—Para subrayar que «lo que define la suerte de las revoluciones es la más estrecha conexión con las masas» (de su presidente), escribe que Díaz-Canel, «autocríticamente», «reconoció que la unidad sería imposible sin una participación auténtica, alejada de los esquemas y formalismos», y que «elogió el surgimiento del grupo multidisciplinario que, liderado por la FEU y la Unión de Jóvenes Comunistas, ayudará a superar la crisis social creada con los últimos anuncios de la empresa nacional de telecomunicaciones».
—Grupo multidisciplinario tan multidisciplinado y teleincomunicado que solo le arrancó a las medidas tomadas por el Gobierno la tibia concesión de dos gigas a mil doscientos pesos.
—El «nuevo modelo de prensa y de comunicación pública para nuestro socialismo», del que es abanderado, «debe tener como horizonte esencial, como tanto hemos insistido en los últimos años, algo especialmente subrayado en numerosas oportunidades y hoy recogido en la primera ley de comunicación social en la historia de Cuba y acentuado en varios momentos por el primer secretario del Partido, Miguel Díaz-Canel Bermúdez: que la prensa se convierta en parte de los mecanismos de rendición de cuentas de las instituciones públicas a los ciudadanos, o de los mecanismos de control social y popular».
—El primer secretario no se le despega de la boca. De ahí también que lo exima de los mecanismos de rendición de cuentas, como si Canel no fuera el primer obligado a ello.
—Te equivocas. Miguel rinde cuentas a Raúl. Y Raúl…
—A nadie. El ciclo se cierra cuando el presidente gremial de quienes están obligados a cuestionarlos los aplaude y los glorifica. A eso debe referirse con lo del «nuevo modelo de prensa»: un modelo que no lo haga «prensar» mucho.
—Y que no termine un día prensándolo. «El triunfalismo y sus derivados son una hidra musculosa que reencarna en la concreción de políticas nacionales. Este engendro de nuestro modelo socialista terminó por convertirse en un comején institucional, que devora algunos de los empeños rectificadores y hasta las nuevas propuestas para sortear y superar la crisis actual». Qué manera de dar agua al dominó.
—«Empeños rectificadores». «Nuevas propuestas». Menos mal que critica el triunfalismo.
—«Una de sus expresiones más paralizantes (dice en clásica conjetura de quien siempre sale a flote) es intentar dar respuestas simples, para no decir simplistas, y hasta acomodaticias, a dilemas más complejos. Cuando nos ponemos a nadar en la superficie, ignorando las corrientes y remolinos que se acumulan en el fondo, lo más seguro es que, como resultado, terminemos ahogados».
—Con el salvavidas que se pone…
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Caricatura: Wimar Verdecia / CXC.