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Zoila ha muerto sin cumplir su deseo. Todos los recursos presentados por la abogada de Barrenechea fueron denegados. Quien tuvo corazón, fue conmovido con el dolor de esta anciana, enferma de cáncer, que solo pedía ver a su hijo inocente antes de morir. Este episodio lo registrará la historia como ejemplo de la depravación ética alcanzada por quienes oprimen al pueblo de Cuba.
El modelo de escuela en el campo cumplió su doble función: nos inculcó disciplina (o al menos, obediencia), y ayudó a cubrir los agujeros de una economía siempre renqueante con nuestro trabajo «voluntario». Pero el costo personal fue inmenso: agotamiento físico, un desarraigo emocional difícil de explicar, y una educación donde dudar era casi una traición.
Yo no soy bienvenido a trabajar en Cuba. La presidencia del ICAIC y la dirección de la Escuela Internacional de Cine dejan a las claras que no es cierto lo que asegura el presidente Díaz-Canel cuando afirma que todos los cubanos pueden volver a trabajar y levantar el país.
En Cuba, el Día Internacional de los Trabajadores no es un momento para festejar conquista social alguna, sino una puesta en escena. Que la participación real sustituya a la simulación, que el derecho reemplace al castigo, y que la representación auténtica desplace a la subordinación, para que esa fecha recobre su significado y deje de ser un acto vergonzoso y falaz.
Todo nos conduce y trata de sumergirnos en la barbarie. Y ante el reclamo, a veces tímido, de algún compatriota, se ha hecho común la frase impúdica e inaceptable de: «eso es lo que hay»; la respuesta preferida de la marginalidad que la espeta como una ocurrencia, cual si se tratara de una ingeniosidad.
La nube, como nuevo espacio de ciudadanía activa, no es solo un canal de expresión: es una plataforma de creación de realidades. La IA puede ser una herramienta de poder cívico, construyendo redes, decisiones colectivas y verdades verificables.

¿Qué sería de los cubanos sin el humor inteligente? Por eso, para que no nos falte la sonrisa de fin de semana, acogemos Cuentos de nuestro Era, una columna medio en broma, medio en serio, de la autoría del escritor y humorista Jorge Fernández Era y con ilustración de Wimar Verdecia.
Asere, yo sé que la Liga Élite de Béisbol no da ni para tirar tacos; que gracias a los apagones el concierto de Frank Delgado en el Chaplin fue solo una quimera del oro; y que hasta que Gil no cumpla su presunta condena no será analizada la conveniencia de informarnos qué vandalismo se trajo entre manos. Pero ¿de veras no hay temas suficientes como para tener que «conversar sobre socialismo en clave cubana»?
¡Un cambio brusco en la marcha de las cosas es lo que le hace falta a este país, chico! ¡Cómo puede hablar el periódico de que ese ser inerte, frío, con «voz neutra sin emociones», tan alejado de nuestra idiosincrasia, pueda sustituir al personal docente!
No habrá transporte para dirigirnos al centro de trabajo o para desconectar del tedio que significa asistir al trabajo, pero sí para asegurar marchas, mítines y actos en apoyo a pueblos que solo están un tin peor que nosotros.
En un país en que se invierte más en hoteles & residences que en agricultura, transmutan la sentencia martiana: «La Patria que no ara es puro pedestal».
Los cubanos que defienden el multipolarismo están —consciente o inconscientemente— alineándose con el discurso del régimen de La Habana y alejándose de los bloques que promueven la democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos como principios rectores del orden internacional. Para el antiglobalismo, esos principios no tienen valor: solo importan las relaciones de poder.