Cuba en el espejo: lo que otros regímenes enseñan sobre el futuro político cubano

Cuál será el futuro de Cuba es una pregunta cuya respuesta resulta, cuando menos, difícil de formular. Una vía está en mirar hacia fuera y observar qué ha sucedido en países que alguna vez compartieron rasgos similares con el sistema cubano.

El proyecto Varieties of Democracy (V-Dem), resultado de la colaboración académica internacional, ofrece un marco para realizar tales análisis comparativos. Con cientos de indicadores que describen distintas dimensiones de la democracia, permite contrastar la trayectoria cubana con la de países que han transitado desde sistemas cerrados hacia procesos de apertura —o, en algunos casos, hacia nuevas formas de autoritarismo.

Este análisis no busca predecir con exactitud lo que ocurrirá, sino explorar trayectorias y presentar escenarios posibles.

V-DEM: medir la democracia

De acuerdo con su sitio web, el proyecto V-Dem, adscrito a la Universidad sueca de Gotemburgo, pretende ofrecer un «conjunto de datos multidimensionales y desagregados que refleja la complejidad del concepto de democracia como un sistema de gobierno que va más allá de la simple celebración de elecciones».

Para caracterizar un país, el conjunto de datos parte de siete rasgos fundamentales en un régimen democrático: electoral, liberal, mayoritario, consensual, participativo, deliberativo e igualitario. Estos principios están representados por índices independientes, que resultan del cómputo global de valores observados por expertos locales en cada país.

El resultado es una descripción cuantificada donde se presentan los regímenes políticos como sistemas complejos, no reducibles al binarismo democracia-dictadura, con cerca de 600 indicadores medidos para todos los países del mundo y para cada año entre 1789 y el presente.

Con el fin de encontrar regímenes políticos similares al de Cuba, se seleccionaron siete indicadores: los cinco índices principales (democracia electoral, liberal, participativa, deliberativa e igualitaria) y los índices de corrupción política y violencia física.

El índice de «democracia electoral» evalúa en forma general qué tanto el régimen político satisface el ideal de democracia plena, mientras que el indicador «democracia liberal» mide garantías de derechos individuales, separación de poderes y límites al poder ejecutivo.

El índice de «democracia participativa» registra el grado en que la ciudadanía puede intervenir en los procesos de decisión política más allá del voto, y el de «democracia deliberativa» se centra en la búsqueda de consensos razonados en la toma de decisiones. Por su parte, «democracia igualitaria» examina si los derechos y oportunidades políticas se distribuyen de manera equitativa en la sociedad.

De forma complementaria, también se incluyeron los índices de «corrupción política» y «violencia física», que estiman, respectivamente, el grado en que los actores políticos utilizan recursos públicos para beneficio privado o partidista y la presencia de agresiones, coerción o amenazas a la integridad de las personas en el ámbito político.

Los indicadores del set de datos V-Dem se expresan como índices de 0 a 1. Qué tanto el valor del índice represente un «buen» o «mal» desempeño, depende del indicador medido: para los seleccionados aquí, índices altos de corrupción y violencia política implican la existencia de notables niveles de ambos fenómenos desde el gobierno; en el resto de los casos, un alto valor se interpreta como una buena puntuación.

Para los últimos cinco años disponibles (2019-2024), Cuba ha registrado valores por debajo de la media global en 6 de los 7 indicadores, siendo la excepción el índice de corrupción política, que, como ya se explicó, un valor por encima de la media global no es positivo para la sociedad cubana.

Regímenes similares a Cuba

¿Cómo encontrar regímenes con comportamiento histórico similar al de Cuba? Se empleó para ello un método matemático conocido como «distancia euclidiana». Con este, cada uno de los casos observados se concibe como un punto en un espacio de tantas dimensiones como variables se estén midiendo: así, el grado de similitud es la distancia que separe a dos puntos cualesquiera en ese espacio.

Se seleccionaron los diez regímenes que presentaron la menor distancia euclidiana del conjunto. Llama la atención lo heterogéneo del resultado, en el que se incluyen tanto regímenes comunistas, militares, monárquicos, de economía centralizada o capitalista. Algunos amalgaman distintos períodos de su historia nacional, como Serbia, que registra similitudes tanto bajo la monarquía como tras su integración en Yugoslavia.

Los valores que se manejan para cada país son la media de los años que registraron mayor similitud con Cuba.

En general, los regímenes con los que Cuba comparte características presentan un índice de democracia electoral por debajo de 0.25 (autocracias cerradas), valores de democracia liberal entre 0.05 y 0.14, y un registro extremadamente bajo de democracia participativa, con un máximo de tan solo 0.098. Los niveles de corrupción son en general altos, con una media de 0.59, mientras que el uso de la violencia política oscila entre un bajo 0.34 y un medio-alto 0.6.

Comparación por indicador entre Cuba y los regímenes seleccionados.

¿Qué esperar en el futuro?

Analizando el comportamiento de los países posterior al último año seleccionado para cada uno, los registros son bastante variados. Siete de los diez países registraron en algún momento de su historia reciente valores por encima de 0.5 en cuanto a democracia electoral. Dos países, Chequia y Corea del Sur, alcanzaron la marca de 0.7 en un periodo inferior a cinco años desde el último año en que mostraron similitudes con Cuba. Taiwán, en cambio, demoró cerca de quince años en lograrlo.

Evolución conjunta de los países seleccionados en años posteriores al último año seleccionado.

En todos los casos se observa un preocupante deterioro de este indicador en la última década. Una explicación la podemos encontrar mirando al resto de los indicadores: si bien la tendencia general es hacia el crecimiento, este no ocurre de forma similar para todos ellos. Muy llamativo es el más bien bajo crecimiento del carácter participativo, lo que sugiere el mantenimiento de mecanismos excluyentes en estas sociedades. Aún más preocupante es la prevalencia de la violencia física como realidad constante.

¿Qué significa para Cuba?

Los resultados anteriores no son buenas noticias para Cuba: de seguir una trayectoria similar a la de estos países, podríamos estar todavía a décadas de una mejora de nuestros indicadores democráticos. Se confirma también que presentar avances positivos en alguna de estas dimensiones no eleva de forma automática el resto. En varios de los casos analizados, se observó que la introducción de elecciones más plurales convivió durante años con altos niveles de corrupción o con persistente violencia política, e incluso con bajos valores participativos.

El futuro, sin embargo, no está escrito en piedra, y las distintas trayectorias identificadas para cada país sugieren que las salidas democráticas son posibles. Mientras que regímenes como Argelia o Bahréin se mantuvieron por décadas en una franja baja de indicadores democráticos, con un fuerte control estatal y represión de libertades y derechos políticos; otros casos en contraste, como Chequia, Corea del Sur o Taiwán, lograron transitar hacia democracias consolidadas, con incrementos notables en sus indicadores democráticos.

La experiencia de países que en su momento parecían atrapados en regímenes cerrados, demuestra que la presión social y las coyunturas internacionales pueden abrir espacios para un cambio real. Para la sociedad civil cubana, los resultados implican la necesidad de estrategias que abarquen todas las dimensiones de una democracia robusta —desde la pluralidad hasta la consecución de un ámbito político libre de violencias—, como también la importancia de estrategias que contemplen plazos mucho más largos.

***

Imagen principal: Sasha Durán / CXC.

Siguiente
Siguiente

Cuba hoy: peso y costo de la indiferencia