Jóvenes y carreras militares en Cuba ¿Orientación vocacional o seducción venal?
La convocatoria para que los jóvenes se unan al ejército o la vida militar, puede variar según el contexto político, social y económico de cada país. En algunos casos, los gobiernos hacen campañas para reclutarlos, especialmente en situaciones de percepción de amenazas externas o internas, donde se intenta fortalecer la defensa nacional y las motivaciones detrás de esta.
En el caso de Cuba, el envejecimiento poblacional, el éxodo migratorio masivo de jóvenes ―sacados a veces por sus propios padres antes de arribar a la edad de reclutamiento militar obligatorio para evitarles las peligrosas condiciones en que transcurre este período, que ya tiene numerosas víctimas por accidentes o suicidio―, los muchos encarcelados en las manifestaciones del 11-J del 2021, y el aumento del disenso y el descontento general de la sociedad civil; son causas indudables que han llevado a la reducción en el número de efectivos disponibles para ingresar a las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) o el Ministerio del Interior (MININT).
El aumento sin precedentes de los índices de criminalidad y delincuencia, han hecho que muchos ciudadanos en todo el país exijan un mejor trabajo de la policía. Yo misma lo planteé hace varios meses en la Asamblea de rendición de cuentas del Poder Popular de mi circunscripción, en el municipio matancero de Jovellanos.
La funcionaria encargada de responder a los planteamientos, transmitió la información dada por «un Jefe de Sector llamado Oziel», según el cual, en Jovellanos (que incluye no solo el perímetro urbano municipal, sino varios poblados y bateyes), faltaban 99 policías, pues 33 de ellos estaban solicitando su licenciamiento y que «los jóvenes no querían ingresar en las filas del MININT».
Considero que la desmotivación de los jóvenes para unirse a la profesión militar puede atribuirse a varios factores interrelacionados:
Las nuevas generaciones tienen valores y prioridades diferentes a las de generaciones anteriores. Por más que se pretenda dogmatizar su pensamiento desde la escuela, a partir del trabajo político en cada uno de los programas de estudio; los nacidos tras la década del noventa no tienen verdadero compromiso ideológico con el gobierno y sus políticas, pues han vivido en un permanente «período especial», agravado hoy como nunca antes, sin precedentes en la historia y sin esperanzas inmediatas de solución.
La exposición a otros sistemas y culturas a través de Internet, las diferentes plataformas digitales y las redes sociales, son influencias externas que refuerzan y motivan aspiraciones distintas en los jóvenes, que ansían nuevas oportunidades y una vida digna. Además de «abrir los ojos al mundo», en estos sitios pueden alzar su voz, establecer comunicación y comparar y compartir su realidad.
En un contexto donde el servicio militar es obligatorio, y donde el peligro es inminente, los jóvenes pueden ver esta obligación como una carga en lugar de una oportunidad y, por ende, no quieren ingresar en sus filas. Los mensajes saturantes de los medios oficiales y el discurso político que instan al sentido de patriotismo o servicio al país, provocan en muchos el efecto contrario y pueden haber influido también en la decisión de no entrar en la vida militar.
A raíz de las manifestaciones pacíficas del 11-J de 2021 en demanda de mejores condiciones de vida, medicamentos, alimentos y LIBERTAD, entre otras, se encarceló a cientos de personas jóvenes y no tan jóvenes, a las cuales se tildó de «apátridas», «mercenarias» y «antisociales».
La actuación de las fuerzas militares ese día, y en posteriores protestas populares, revelada en videos y testimonios, puede haber reforzado una percepción negativa respecto a esas instituciones, que fueron asociadas con represión, control social y violación de los más elementales derechos humanos.
Estos son, con toda lógica, impedimentos para que los jóvenes deseen integrar organizaciones consideradas opresivas en medio de un escenario de constante aumento del disenso. Como bien se explica en un artículo de la autoría de Aries y Ernesto Cañellas:
«Hoy es imposible ocultar al público las condiciones de vida de los presos políticos, los oficiales de la Seguridad del Estado a la puerta de las casas de los activistas, las golpizas de la PNR a personas detenidas, las detenciones ilegales, el uso ilegitimo de la ley como método intimidatorio, los celulares intervenidos, etc. Todo ello en un país donde los índices de violencia se han disparado exponencialmente (…) El manto de protección de los revolucionarios ejemplares, que durante décadas fue usado por las fuerzas del orden para validar su actuación ante el pueblo, no los cubre ya».
«Captación vocacional»
Ante la desmotivación que existe entre los jóvenes, las instituciones castrenses realizan desesperados intentos por convencerlos para que ingresen en sus filas. Con ese fin, han trazado como estrategia una campaña de captación vocacional que incluye charlas a nivel de aula a los estudiantes de los últimos años del preuniversitario y la Educación Técnica y Profesional. Esto lo hemos podido constatar los profesores de esos centros en el municipio de Jovellanos.
Dicha campaña tiene como objetivos:
Incorporar a mujeres al servicio militar obligatorio.
Promocionar la matrícula a cualquier carrera universitaria militar sin necesidad de realizar exámenes de ingreso. Los únicos requisitos que deben cumplir son: pasar con éxito el chequeo médico y la correspondiente investigación de la Contrainteligencia (CIM) en la comunidad y la escuela.
Realizar una visita a la unidad militar «La Base», ubicada en el poblado de San Miguel de los Baños, con estudiantes del preuniversitario y de la educación politécnica del municipio. Esa «excursión», con transporte garantizado, merece un aparte.
A los jóvenes estudiantes les fueron mostrados en ese lugar enormes almacenes repletos de artículos, ropa, calzado y electrodomésticos, como incentivo de los beneficios que podrían recibir si decidieran ingresar en carreras militares, todo ello vendido a precios módicos, según se les comunicó.
También con fines de motivación, les ilustraron los salarios que percibirían por rango y grados militares. Se llegó al cinismo de preguntar a los profesores que habían ido acompañando a sus estudiantes, a cuánto ascendían sus salarios, para que los muchachos compararan la enorme diferencia, lo cual considero un verdadero insulto, pues refuerza la noción de que ellos cuentan con todos los privilegios posibles, en la mayoría de los casos sin calificación superior, y demuestra cuán devaluado está el salario de los profesionales en Cuba respecto al de los militares.
No obstante, los salarios que estos últimos perciben tampoco son demasiado altos si se tiene en cuenta la inflación imperante, pues con la carestía de la vida y los elevados precios de los productos de primera necesidad, tampoco les será posible sostener una economía familiar con relativa prosperidad.
De cualquier modo, el viaje fue infructuoso, pues de los aproximadamente dieciocho estudiantes que asistieron, ninguno se comprometió. Incluso, algunos de los alumnos del centro donde laboro, expresaron abiertamente después su interés de abandonar el país al conseguir la ciudadanía española, u otra vía que les permita disfrutar de oportunidades vedadas en Cuba.
¿De quién es la responsabilidad de la escasa disposición de jóvenes cubanos a ingresar a las filas del MININT y las FAR? ¿Será de la familia o la escuela ―a quienes siempre intentan responsabilizar―, o de la percepción negativa que generan estas instituciones, consideradas represivas y muy alejadas del respeto a la dignidad de la ciudadanía o a su función de combatir el crimen y la delincuencia?
En los últimos cinco años el Estado cubano ha transitado hacia una fase abiertamente policial y represiva, que requiere un aumento de sus efectivos militares. Ya no se trata de la hipotética guerra contra un enemigo externo; sino del combate contra el pueblo.
Como madres y padres, debemos aconsejar a nuestros hijos para evitar que sean seducidos por bienes materiales y dinero con el fin de que se conviertan en instrumentos de represión contra sus propios compatriotas. Civismo versus captación vocacional.
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Imagen principal: Sasha Durán / CXC.