Me gustan los estudiantes

Los estudiantes universitarios cubanos han comenzado una huelga académica. La convocatoria a no acudir a clases alcanza ya a varias facultades de la Universidad de La Habana, y planea extenderse a otros centros universitarios del país. Un video difundido en  redes sociales muestra a los estudiantes de la Facultad de Matemática y Computación aplaudiendo de forma aclamadora cuando una representante del Consejo Estudiantil anuncia el comienzo del paro el día 4 de junio, tras afirmar que se han hecho consultas con otras facultades que también se sumarán al mismo.

La acción cívica, sin precedentes en la historia de los 66 años de castrismo en la Isla, representa quizás el punto más álgido de un fenómeno que viene desarrollándose desde hace ya unos años, y que tuvo su máxima expresión en la rebelión nacional noviolenta del 11, 12 y 13 de julio de 2021. El pueblo cubano ya no se resigna a aceptar los desmanes del régimen como una calamidad inevitable, y no sólo protesta, sino que busca constantemente formas cada vez más creativas de manifestar su descontento y sobre todo, obtener resultados.

Ser efectivo está ganando cada vez más terreno sobre la idea de ser relevante. Esta manifestación universitaria no es más que una extensión de lo sucedido recientemente en Palma Soriano, Pinar del Río (21 de mayo), Cienfuegos y Bayamo (23-24 de mayo), Holguín, Santiago, Caimanera, entre tantas otras localidades. La ola de descontento popular ha arribado al ámbito universitario, y esto preocupa sobremanera al sistema.

Esta realidad puede ser medida con cierto nivel de exactitud, por medio precisamente de la reacción oficialista ante los acontecimientos. El anuncio por parte de ETECSA de un paquete especial a precio reducido para los estudiantes universitarios, así como otras medidas paliativas, como reacción al rumor de una posible sentada en la escalinata universitaria, la primera acción considerada por los estudiantes, representó de por sí una clara victoria incluso antes de haberse ejecutado. Puso de manifiesto (aún más) la extrema vulnerabilidad del régimen en estos momentos, así como la transposición de roles que se viene observando desde que el carácter social de la población cambió de la aceptación pasiva a la manifestación activa. El sistema se encuentra a la defensiva, y reacciona ante el empuje de la gente, a diferente escala de acuerdo a las circunstancias. Si algo es seguro, es que la iniciativa está del lado de los ciudadanos.

A propósito, excelente idea la de optar por un boicot de asistencia a clases en vez de una sentada en la escalinata. Garantiza que mucha gente pueda participar sin asumir un riesgo evidente, y limita las posibilidades de contrarrestarla por parte del régimen al tratarse de una acción de dispersión en vez de concentración. Además, elimina el argumento de comisión de delito, puesto que no ir a clases no califica como figura delictiva en el Código Penal. Coloca al régimen en un dilema puesto que si comienza a arrestar a estudiantes esto tendría un alto costo político y además, el propio régimen estaría contribuyendo al boicot, puesto que un estudiante detenido no puede ir a clases. Es una acción que reduce el margen de maniobra de los órganos represivos y aumenta el de los estudiantes, en el más puro estilo de lo que el Dr. Gene Sharp definió como jiu-jitsu político.

No obstante, sería un error de cálculo menospreciar al régimen y su vocación esencialmente represiva. Sin embargo, esto no significa en modo alguno asumir que de alguna manera siempre se va a salir con la suya, como argumenta la propaganda repetida en algunos casos por los agoreros del desaliento, quienes de forma consciente o no, se inscriben dentro de la narrativa oficialista. Sea cual sea el desenlace, ya los estudiantes ganaron, al colocar «una pica en Flandes» y mostrar su capacidad de desplegar fuerza cívica noviolenta.

De lo que se trata ahora es de estudiar, asimilar y adaptar experiencias exitosas en otros lugares, como es el caso de Serbia en estos momentos, donde sus pares han logrado aglutinar a todos los sectores de la población con tácticas innovativas que responden a realidades concretas de la sociedad. A diferencia de quienes esgrimen el gastado y manido argumento de la excepcionalidad del caso cubano, tanto del lado del sistema como del supuestamente opuesto, los estudiantes, estudian, y en consecuencia, aprenden y se convierten en profesionales.

Para aportar mi granito de arena, frente a este mar de posibilidades que se abre tras el llamado del 4 de junio, he aquí cinco ideas básicas que pudieran servir de inmediato:

  1. Planear meticulosamente todo lo que van a hacer. Prever escenarios es muy importante.

  2. Prepararse para una pelea a largo plazo. No hay resultados inmediatos. Tampoco hay resultados por generación espontánea.

  3. Evitar la politización o ideologización de las demandas. Mantenerlas simples, como hasta ahora, basadas en necesidades concretas que afectan a todos.

  4. Seguir manteniendo estructuras horizontales, sin máximos líderes.

  5. Buscar alianzas dentro de Cuba. Todos los sectores de la población deben encontrar un espacio.

Existen muchos escenarios posibles a desarrollarse tras este primer «encuentro», pero es muy probable que todos ellos conduzcan a algún tipo de negociación con el oficialismo, que por supuesto intentará manipular por medio de la coerción. Lo importante es entender que cuando un régimen de esta naturaleza entra en cualquier tipo de negociación, representa de hecho un reconocimiento al poder del oponente. Por tanto, mantenerse firme y calmado en las demandas es una reafirmación de ese poder ciudadano. Siempre se puede dejar espacio para alguna concesión menor, pero las demandas básicas deben ser satisfechas sin medias tintas.

La más importante victoria ya se ha conseguido, que es el desplome del mito de la impenetrabilidad de los espacios universitarios en virtud de un infalible control por parte de las mal llamadas «organizaciones políticas y de masas». También se derrumbó la falacia de la asociación del espíritu universitario con la fidelidad al sistema, aquel horrible lema de «la Universidad es para los Revolucionarios». Este último representa otra gran reversión de roles en la Cuba de hoy, puesto que los universitarios están en muchos sentidos revolucionando las dinámicas de poder y activismo dentro de la Isla.

Todo está cambiando dentro de Cuba, y lo mejor de todo es que este proceso está sucediendo de forma natural, de abajo hacia arriba, desde la base hacia la superestructura, como se diría en buen lenguaje marxista. Hasta la retórica tradicional parece voltearse contra el sistema, como aquella canción del imaginario latinoamericano, interpretada por la chilena Violeta Parra y titulada «Me gustan los estudiantes», que decía, entre otras cosas:

Porque, ¿hasta cuándo nos dura,

Señores, la penitencia?

Caramba y zamba la cosa

¡Qué viva toda la ciencia!

Tal vez ya la cantan en los pasillos de la Universidad de La Habana, por los que yo y muchos otros transitamos quizás soñando con un momento como éste. Si no, sería buena idea que comiencen a hacerlo porque por encima de todo, y de extrema importancia, es conocer que en la ciencia de los conflictos noviolentos, que es en definitiva en el que están involucrados ahora mismo, los estudiantes y el sistema, ocupan un lugar de gran importancia el arte y la alegría. El arte es motivador, la alegría es contagiosa y la efectividad, empoderadora. Todo esto ya lo han conseguido con el solo hecho de pronunciarse, y lo mejor está aún por venir, si continúan profundizando en el aprendizaje.

Es hora de estudiar y aprobar esta asignatura. En mis sueños más optimistas vislumbraba un momento como éste, porque como yo también lo fui, «me gustan los estudiantes».

***

Imagen principal: Periodismo de Barrio.

Omar López Montenegro

Fundador del Movimiento Pro Derechos Humanos en Cuba y presidente del Centro Latinoamericano para la Noviolencia.

https://www.facebook.com/omar.lopez.montenegro
Anterior
Anterior

El derecho a conectarse: cuando los estudiantes dicen basta

Siguiente
Siguiente

Jóvenes y carreras militares en Cuba ¿Orientación vocacional o seducción venal?