El derecho a conectarse: cuando los estudiantes dicen basta

Queridos lectores:

He estado trabajando en el Capítulo #11 para la serie KM Cero del Capitolio, donde cada quince días reflexionamos sobre rutas posibles para reconstruir la nación cubana desde sus cimientos: la infraestructura, la legalidad y la conexión con el mundo. Hoy, sin embargo, esta entrega no es una meditación más. Es una declaración de apoyo.

En medio del colapso de la Carretera Central, de una Constitución burlada y de una conectividad digital limitada y mercantilizada, los estudiantes universitarios han decidido alzar su voz. Exigen acceso justo a Internet, pero en realidad están demandando mucho más: dignidad, participación y futuro.

Un Paro que Abre Caminos

Estudiantes de al menos cinco universidades —incluyendo la Universidad de La Habana, la Central Marta Abreu de Las Villas y la Universidad de Matanzas— iniciaron un paro académico indefinido. La chispa fue el tarifazo de ETECSA, pero el incendio venía de antes: de años de empobrecimiento, censura, y exclusión económica y política.

Han exigido públicamente que se deroguen las nuevas tarifas, que se abra un verdadero diálogo con las autoridades y que se reconozca su derecho a estar conectados sin ser tratados como clientes de un monopolio ineficiente.

La Crisis que el Poder No Quiere Nombrar

El podcast del presidente Miguel Díaz-Canel, lejos de calmar, encendió aún más el malestar: infantilizó el reclamo, lo redujo a una «insatisfacción de clientes» y ofreció dádivas como quien lanza migajas a quien exige pan. Tal como escribió un usuario en redes sociales: «Frente a una rebelión cívica de quienes han sido ninguneados por la fuerza superior, la réplica ha sido la inercia burocrática condimentada con dádivas menores».

ETECSA, por su parte, intentó justificar el alza con un relato plagado de imprecisiones. El economista Pedro Monreal desmontó punto por punto la narrativa oficial en un hilo revelador en X, evidenciando que el modelo de negocios de la empresa está quebrado, y que los supuestos «fraudes» internacionales no son más que el reflejo de un sistema económico distorsionado e ineficaz.

Los estudiantes como conciencia del país

Hoy, en lugar de ser reprimidos o ignorados, los estudiantes universitarios deberían ser escuchados como lo que son: conciencia activa de la nación. Su protesta es heredera directa de las acciones del 27N, del 11J, y de la larga tradición cívica que va de Julio Antonio Mella a José Antonio Echeverría.

Como afirmó Silvio Rodríguez: «Transitamos otros tiempos; tiempos que nos sacuden y nos dicen cada vez más alto y claro la necesidad de priorizar el bienestar del pueblo». Y agregó: «Nuestro país, aún en esta hecatombe económica, tiene especialistas científicos capaces de ayudar. Hace falta escucharlos, dialogar y discutir más públicamente». Su apoyo público a los estudiantes, desde su blog Segunda Cita, refuerza el consenso nacional emergente: la conectividad no es un privilegio, es un derecho.

Un momento histórico para no callar

Este movimiento no es solo una protesta técnica, es una denuncia estructural. Como señala el economista Mauricio Miranda Parrondo, el problema no son los megas, sino el modelo. La dirigencia cubana no es un «buen gobierno»: impide el despliegue de libertades, frena el desarrollo, y reacciona con represión ante el disenso legítimo. Los sistemas políticos no se derrumban por guerras mediáticas, sino cuando no satisfacen las necesidades de sus sociedades y estas dicen basta.

Eso está ocurriendo. Y la historia lo está registrando.

Una nota final: e la denuncia a la red

Desde Cuba Transnacional, reafirmamos nuestro compromiso no solo con la denuncia y la solidaridad, sino también con la acción transformadora. En próximas entregas compartiremos propuestas para tejer redes colaborativas, inteligentes y sostenibles que conecten a las personas con el conocimiento, la dignidad y la capacidad de rehacer país. El futuro empieza cuando decimos basta. Y hoy, quienes lo dicen, son los estudiantes.

Oscar Visiedo

Informático cubano. Exdirector del Centro para el Intercambio Automatizado de Información (CENIAI).

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