¿Deben ser Vietnam y China modelos para Cuba? Reseña crítica a un libro de Carmelo Mesa-Lago (II)

Muchos de los simpatizantes en Cuba de los sistemas económicos asiáticos, pretenden ignorar que estos no son menos antidemocráticos y autoritarios que el régimen cubano.    La organización independiente de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), en su World Report 2025, señaló que el ascenso al poder de un nuevo líder en Vietnam, luego de una intensa lucha interna, no alivió la implacable represión a los derechos humanos por aquel gobierno. Según dicho reporte, las autoridades vietnamitas siguen prohibiendo las organizaciones de derechos humanos independientes, así como a los sindicatos, grupos religiosos, medios de comunicación y todas las organizaciones que operan fuera del control gubernamental.

Durante el año 2024, el líder comunista To Lam, que había estado a la cabeza del notorio Ministerio de Seguridad Pública, obtuvo la posición mucho más importante de secretario general del Partido Comunista de Vietnam después de que logró reemplazar a cinco miembros del Buró Político. Bajo el ministerio encabezado por Lam, la policía encarceló a muchísimos disidentes, lo cual fue facilitado por el control que el gobierno mantiene sobre el sistema de justicia que, como en Cuba, no es imparcial ni independiente.  

Otro reporte de HRW informa que Vietnam está proveyendo información falsa respecto a la libertad sindical en el país, con el fin de obtener o mantener aranceles preferenciales en sus actividades comerciales internacionales. Según el reporte, Vietnam no permite que sindicatos independientes representen a los trabajadores. Los líderes y funcionarios de la Confederación de Trabajadores de Vietnam son nombrados por el gobierno y, al nivel de las empresas, sus líderes son designados casi todos por las gerencias.

De hecho, en abril de 2024, la policía arrestó a Nguyen Van Binh, alto funcionario del Ministerio de Trabajo que había abogado por reformas laborales más sustantivas y más autonomía para los sindicatos. Es importante subrayar que el control que el estado vietnamita ejerce sobre la clase trabajadora y campesina de ese país, y la prohibición de sindicatos independientes, facilita considerablemente la acumulación de capital.

El modelo político y económico de China, como el de Vietnam, descienden del modelo unipartidista y totalitario que Stalin estableció en la URSS, aunque por supuesto con ciertas adaptaciones nacionales. Dados esos orígenes comunes, no es de sorprender que las características más importantes de Vietnam existan también en China, como el sistema unipartidista y la supresión de toda actividad política y sindical independiente del estado.

Como en Cuba y Vietnam, en China existe una sola central sindical, la Federación de Sindicatos de toda China, controlada por el estado a través del Partido Comunista y cuya función es mantener la disciplina de los trabajadores en sus centros de trabajo, impuesta desde arriba para facilitar su explotación.

Aunque es necesario reconocer que China se ha modernizado en gran medida y que el nivel de vida ha mejorado substancialmente, en especial en las grandes ciudades, el precio que la población ha pagado por ese «progreso» ha sido comparable, si no peor, que el que otros países capitalistas avanzados, como Gran Bretaña, experimentaron en su pasado industrial.

Entre muchos horrores, hay que mencionar el sistema llamado «hukou», que, aunque relajado hasta cierto punto por funcionarios locales en ciudades de segunda y tercera categoría, sigue implementándose estrictamente en las grandes ciudades como Beijing. Tal sistema segrega a los inmigrantes de zonas rurales y los registra como personas que viven en el campo, lo cual los excluye de servicios sociales urbanos respecto a la vivienda, escuelas, cuidado de los niños y subsidios gubernamentales. Este sistema ha jugado un rol sumamente importante en la explotación y opresión de esos inmigrantes, tanto por el capital nativo como por el extranjero.     

A diferencia de Vietnam, China ha registrado mucha resistencia en forma de numerosas huelgas obreras ilegales, así como de protestas campesinas contra las expulsiones de sus tierras para varios propósitos, especialmente expansión de empresas y áreas urbanas. Estos disturbios sociales aumentaron desde fines de los noventa y principios del siglo XXI. Durante esa época, millones de trabajadoras y trabajadores del sector público fueron despedidos y lanzados a un mercado laboral para el cual no estaban preparados, lo que provocó una crisis de subsistencia. El gobierno chino admitió que hubo 87,000 incidentes de protesta que involucraron a más de veinticinco personas en 2005.

Finalmente, hay que señalar la paradoja de que, aunque China es un productor importante de equipos para la protección del medio ambiente, se ha convertido en el mayor emisor mundial de dióxido de carbono en los últimos veinte años. La industrialización China ha provocado considerable contaminación del aire, tierra y aguas. Asimismo, no se debe ignorar la opresión que sufren naciones minoritarias como el  Tibet y Xinjiang, recientemente extendidas a la importante ciudad costera de Hong Kong.(1 y 2)

Los cambios que Mesa-Lago propone para Cuba

Aunque este libro no desarrolla diseños programáticos para la solución de los problemas económicos que confronta Cuba, sí esboza ciertas ideas que tienen implicaciones prácticas. Así, por ejemplo, Mesa-Lago propone: 1) la legalización total de los PYMES (pequeña y mediana propiedad privada), autorizándolas para que se expandan y puedan absorber el excedente de la fuerza laboral estatal; 2) permitir que los agricultores privados y cooperativas sean verdaderamente autónomos, liberándolos de la entrega obligatoria al estado, a precios fijados por este, de la mayor parte de su producción a través de la institución estatal «Acopio»; 3) consentir que los cubanos residentes en el exterior puedan invertir en Cuba; 4) acceder a que las empresas decidan libremente en qué invertir y que puedan  importar y exportar directamente con independencia del estado. (199, 230)

Desde el punto de vista que promueva una salida socialista democrática para la Isla ―la cual incluye la defensa del auto gobierno de los que trabajan, tanto en la ciudad como el campo, así como la soberanía nacional―, este no es un programa compatible con dicha perspectiva, aunque hay unas que si lo son, especialmente en lo referido a la agricultura.

A los pequeños agricultores, en particular, hay que dejarlos en paz y que cultiven y vendan sin las imposiciones de Acopio, una agencia que debe ser abolida. En este contexto, la intervención estatal debe limitarse a las regulaciones relacionadas con la sindicalización libre, condiciones de trabajo y salud de los productores y consumidores, y, por supuesto, al medio ambiente.

Quizás lo más importante en este contexto sería instituir un sistema progresivo de impuestos sobre el ingreso con el fin de limitar y evitar el crecimiento incontrolable de la desigualdad económica en el campo y, al mismo tiempo, crear un fondo de desarrollo agrícola para introducir técnicas modernas de cultivo, especialmente aquellas que protejan el medio ambiente y disminuyan los trabajos más onerosos y el alto deterioro físico que comúnmente desarrollan los campesinos.

Respecto al derecho a importar libremente del exterior sin control alguno por parte del estado, es necesario considerar que ya existe en Cuba una importante diferenciación clasista que fácilmente pudiera producir una ola de importaciones de automóviles (como parece que está ocurriendo) y artículos de lujo que harían muy poco para promover el desarrollo económico. La ciudadanía debe tener el derecho de importar artículos, pero si eso involucra el uso de las escasas divisas del país, como dólares y euros, debe haber limitaciones suntuarias para maximizar la contribución de estos artículos importados tanto al bienestar general como al individual.

En lo referente a las PYMES, hay que tener en cuenta que el gobierno cubano considera como mediana empresa aquellas que tienen hasta cien trabajadores. Ese número implica que se trataría de una empresa capitalista con una jerarquía burocrática para administrarla, lo cual tendría consecuencias muy serias para el tipo de sociedad que se desarrollaría después del «socialismo» burocrático y unipartidista.

Lamentablemente, no ha habido señal en la Isla de los gérmenes de un movimiento obrero orientado al sindicalismo organizado y, por tanto, a la posibilidad de control obrero de los centros de trabajo desde abajo. El descontento real de los trabajadores se ha manifestado en un éxodo dramático al extranjero, sobre todo desde 2022, y en manifestaciones en las calles para protestar contra los apagones y la falta de artículos de consumo. Esto es ya una tradición que comenzó el 11 de julio de 2021 con grandes manifestaciones callejeras a través de todo el país, seguidas de otras más locales en años siguientes, aunque todas severamente reprimidas por el régimen.

Propuesta de Mesa-Lago para los sistemas de salud

Lamentablemente, Mesa-Lago hace ciertas recomendaciones sin considerar sus consecuencias sociales y políticas. Por ejemplo, recomienda que Cuba permita un sistema de salud privado para competir con el sistema público (224, 227). Las experiencias de otros países han demostrado claramente que dicho sector privado, dadas las desigualdades clasistas, contaría con una clientela de clase alta y media con los recursos para obtener un tratamiento de lujo sin las esperas y otras incomodidades típicas de un sistema público masivo en un país relativamente pobre.

Una consecuencia aún más grave de sus recomendaciones sería la disminución del apoyo político al sistema público de salud, el que inevitablemente se convertiría en el usado principalmente por los pobres y personas de menos recursos. Eso puede verse en los Estados Unidos, donde existen el sistema Medicaid ―para los pobres y personas con menos recursos―, y el sistema Medicare para todas las personas que tienen más de 65 años, independientemente de sus recursos económicos.

La gran mayoría de los políticos no se atreve a proponer de manera pública que se recorten los beneficios del Medicare, mientras que repetidamente intentan recortar los beneficios del Medicaid. Como es un programa de índole universal en su cobertura y sin evaluación de recursos económicos de sus usuarios, Medicare se ha convertido en una especie de «vaca sagrada» que pocos se atreven a atacar abiertamente. Es por eso que los recortes a Medicare son por lo general disfrazados con subterfugios, como es el caso de la presente privatización y reducción de beneficios de Medicare bajo el mendaz título de «Medicare Advantage».

El mismo Mesa-Lago confirma la validez de mi crítica cuando cita el caso de Vietnam y afirma que hay largas colas para obtener servicios médicos en los hospitales públicos, donde aun las familias pobres, los niños menores de seis años, discapacitados y estudiantes tienen derecho a recibir atención médica gratis, pero están sujetos también a las largas esperas.(92) Entre tanto, es mucho más fácil acceder a los hospitales privados; de hecho, los hospitales privados patrocinados por instituciones extranjeras (como los franceses y japoneses) son mejores y más caros.

Propuesta de Mesa-Lago para la edad de jubilación

Hay un problema similar respecto a las jubilaciones y las edades en que los trabajadore(a)s pueden obtener ese beneficio. Mesa-Lago tiende a tratar el tema como un problema puramente económico, y ciertamente no social. En el caso particular de China, a pesar de que se está convirtiendo de manera rápida en un país más rico, el economista recomienda que las pensiones deben ser ajustadas a la expectativa de vida de la población, y que el gobierno debe crear incentivos y alentar a la gente para que se jubile más tarde. Las normas para la jubilación más temprana deben ser reforzadas para evitar «su uso indebido». (206)

Hace poco más de dos años, en enero de 2023, el tema de la jubilación captó la atención pública internacional cuando el presidente de Francia, Emmanuel Macron, subió la edad de jubilación de 62 a 64 años. Esto provocó grandes manifestaciones y huelgas, así como una gran discusión pública sobre la necesidad del retiro desde un punto de vista sindicalista y humano. En otras palabras, la vida no debe ser solamente los años de trabajo, sino también el tiempo en que se pueda disfrutar y proseguir otros intereses mientras las personas todavía están relativamente saludables. Eso amerita que se considere seriamente el subsidio público a los fondos de retiro si esto es necesario para, al menos, mantener las conquistas sociales previamente obtenidas como fruto de luchas sindicales y ciudadanas, en vez de mermarlas, aunque sea de manera gradual.

El cuidado a la salud, educación, y a una jubilación digna y relativamente temprana, entre otras, constituyen altas prioridades sociales y políticas, dignas de ser receptoras del financiamiento público si fuera necesario, más allá de los fondos dedicados específicamente a esos propósitos, como en el caso de las jubilaciones. Hay que tener en cuenta que la defensa de las jubilaciones, la salud pública, y otras conquistas, como la educación pública, constituirían una valla protectora adicional en defensa del bienestar publico si el capitalismo triunfa en Cuba, sea a través de instituciones estatales como Gaesa (la poderosa rama económica de las Fuerzas Armadas), o a través del capitalismo privado.

En conclusión, este texto de Carmelo Mesa-Lago es verdaderamente enciclopédico y sumamente útil. Su carácter, amplio y exhaustivo, ha obligado al autor de esta reseña a presentar una relativamente pequeña cantidad de datos en una selección inevitablemente influida por sus intereses y preocupaciones respecto a estos tres países.

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Imagen principal: Sasha Durán / CXC.

Samuel Farber

Doctor en Sociología por la Universidad de California en Berkeley. Profesor Emérito del Brooklyn College de la City University of New York.

https://www.facebook.com/samuel.farber.3
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