Comparando a China, Cuba y Vietnam. Reseña crítica a un libro de Carmelo Mesa-Lago
Carmelo Mesa-Lago, profesor jubilado de Economía de la Universidad de Pittsburgh, es el decano de los estudios sobre Cuba en el extranjero, fundador y editor por muchos años de la revista Cuban Studies/Estudios Cubanos, y autor de numerosos libros y artículos enfocados en la economía cubana. Ha ejercido significativa influencia entre los estudiosos de la realidad cubana, tanto fuera como dentro de Cuba, particularmente entre los economistas, dada su crítica del uso oficial de las estadísticas en la Isla hace varias décadas. Mis propios trabajos sobre Cuba han dependido en grado considerable de las contribuciones de Mesa-Lago. El presente análisis es una reseña crítica a su libro Comparing Socialist Approaches. Economics and Social Security in Cuba, China and Vietnam, Pittsburgh, Pa.: University of Pittsburgh Press, 2025, 342 pp.
¿Qué dicen las estadísticas sobre China, Vietnam y Cuba?
Mesa-Lago señala que antes de los cambios económicos que Den Xiaoping inició en China en 1978 y que Vietnam inauguró con la política de Doi Moi (renovación o innovación) en 1986, ambos países estaban por debajo de Cuba en la gran mayoría de índices socioeconómicos y bienestar social. Sin embargo, después del colapso del bloque soviético y la profunda crisis por la que atraviesa Venezuela ―que bajo los gobiernos de Chávez y Maduro se convirtió en la fuente de ayuda más importante para la isla―, la situación ha cambiado de manera radical.
Actualmente los dos países mencionados aventajan por mucho a Cuba en la mayoría de los referidos índices. De hecho, la Isla atraviesa una gran crisis, con la emigración de cientos de miles de cubanos, y el deterioro del acceso a artículos de consumo, alimentos, y a servicios públicos como la electricidad y la recogida de basura. Para Mesa-Lago, la razón principal que explica tal cambio es que los países asiáticos han permitido el libre funcionamiento de la empresa privada mucho más de lo que lo ha hecho el gobierno cubano.
Según cifras presentadas en este volumen, el 96.7 % de las empresas vietnamitas y el 89.7 de las chinas no son propiedad del estado,(1) mientras que en Cuba ese es solamente el caso del 21.9 % de las empresas. Al mismo tiempo, la proporción del PIB (Producto Interno Bruto) por parte del estado ha declinado al 37.3 % en Vietnam y al 40 % en China; a diferencia de Cuba, donde la contribución del estado al PIB es del 90.8 % (51). Como parte de esta realidad, Mesa-Lago señala que las empresas cubanas no-estatales, tanto en el campo como en las ciudades, han sido sometidas a muchas restricciones, impuestos, inspecciones y cambios de política económica que obstaculizan su desarrollo. (24).
Solamente una proporción minoritaria de la agricultura cubana está en manos privadas; mientras que en Vietnam y China la gran mayoría lo está, con el resultado, según Mesa-Lago, de que aquellas naciones son autosuficientes en la producción de alimentos, en tanto Cuba tiene que importar la mayor parte de ellos. Quizás el mayor problema de la agricultura insular es que las reformas se acompañaron de muchos obstáculos creados por el gobierno, los cuales contribuyeron significativamente a una baja productividad agrícola, a tal grado que, incluso cuando el 17 % de la fuerza laboral trabaja en la agricultura, esta solo genera el 2.6 % del PIB. (23).
En términos de producción industrial, China y Vietnam son, respectivamente, países muy avanzados y avanzados, mientras que Cuba atraviesa un proceso de desindustrialización, que incluye el colapso casi total de la industria azucarera, acompañado por una gran construcción de hoteles al mismo tiempo que sigue disminuyendo el turismo.
Simultáneamente, las exportaciones han aumentado en los dos países asiáticos y descendido en Cuba, que es exactamente lo opuesto respecto a lo ocurrido con la inflación, que descendió en China y Vietnam, pero aumentó en Cuba. (51)
En lo concerniente al crecimiento económico de los tres países entre 2009 y 2020, i.e. ―es decir, antes de la pandemia―, si bien China y Vietnam crecieron 7.4 y 5.9 % respectivamente, Cuba lo hizo solo un 0.9 %.(2) Esto no es sorprendente, dado que las tasas de formación bruta de capital ―un índice crítico para el crecimiento económico―, habían sido en 2019: 43.1% del PIB en China, 26.8 % en Vietnam y solamente 11.5 % en Cuba. (57)
El declive de la economía cubana no parece haber afectado el alto grado de alfabetismo en dicho país (100 %), la misma proporción que en Barbados y 99 % en Argentina y Uruguay, según estadísticas provistas por Mesa-Lago y la UNESCO, aunque sí ha afectado mucho ―quizás paradójicamente―, el estado físico de las escuelas y el éxodo de maestros de su profesión.
Este escenario también ha tenido, en conjunto con el crecimiento de la empresa privada, un efecto significativo en el notable ascenso de la desigualdad, con un aumento del coeficiente de desigualdad (coeficiente Gini). La socióloga cubana Mayra Espina Prieto lo estima en 0.407, comparado con 0.357 en Vietnam y 0.385 en China (57). En el caso de Cuba, las remesas enviadas por familiares en el exterior han jugado un rol significativo en el aumento de la desigualdad, especialmente si consideramos que los cubanos de ascendencia africana reciben menos remesas que el resto de la población.
Mesa-Lago provee datos sumamente importantes respecto a la salud en Cuba, dada su jerarquía en la imagen positiva que el gobierno ha proyectado hacia el exterior. El estudioso señala que existen varios sistemas de salud en la Isla. El más grande es el sistema público, pero existen otros, por lo general mejores, como el de las Fuerzas Armadas, Seguridad del Estado, y el de los altos oficiales del Partido Comunista. Adicionalmente, los extranjeros que pagan en dólares y euros, tienen acceso a instituciones médicas y servicios de mayor calidad. (91)
En términos del número de médicos por cada diez mil habitantes, hallamos que Vietnam está en primer lugar, con un índice de 8.8; que en Cuba es de 8.6 y solamente de 2.0 en China. En lo referido al número de camas en hospitales, es exactamente al revés: China en primer lugar, con un índice de 5.5, Cuba en segundo con 3.0 y Vietnam en tercero, con 2.8 (115). Respecto a la tasa de mortalidad infantil (por cada 1,000 habitantes) Cuba sigue a la cabeza de los tres países con la cifra de 5.0 (3) seguida por China con 5.6 y Vietnam con 13.9.
Sin embargo, varios artículos académicos cuestionan la confiabilidad de las cifras ofrecidas por el gobierno cubano al argüir que subestiman el número de muertes infantiles.(4) Al mismo tiempo, la Isla se coloca muy por detrás de los otros dos países respecto a la tasa de mortalidad post partum de las madres, con una cifra de 176.3 (por cada 100,000 nacimientos), mientras Vietnam tiene 46.2 y China 17.8 (117) La tasa actual de Cuba es peor que la existente en 1955, que era de 145.0 (116-7 y nota 19, p. 273).
Fue con la pandemia de Covid-19 que el gobierno cubano tuvo la mayor falla con su propio pueblo. En 2021, cuando la pandemia ya se había destapado en los tres países, se estima que Cuba tuvo la cifra más alta de muertes excesivas ―criterio usado internacionalmente para medir el impacto de la Covid. China tuvo el menor número, seguida por Vietnam, y Cuba tuvo el mayor promedio, con 163, el triple de la tasa de Vietnam y 82 veces la de China. (119) (5) La razón principal de la alta incidencia de muertes en Cuba fue que el gobierno esperó demasiado hasta que la vacuna desarrollada en el país estuviera lista para su uso. Durante esa espera, rechazó la ayuda ofrecida por la Organización Mundial de la Salud, organización con la cual ha tenido buenas relaciones a través de muchos años.
Cuando Mesa-Lago examinó los cambios ocurridos en Cuba entre 2008 y 2019, encontró un descenso significativo en el número de hospitales, de camas disponibles en los centros médicos que todavía funcionan, de centros de atención médica locales, y en el número de enfermera(o)s y técnicos. El número total de médicos no disminuyó porque se convirtieron en artículos de exportación. (115) El estado cubano cobra por los servicios médicos a los países extranjeros basados en su capacidad de pago, lo que incluye que algunos países reciben el servicio de manera gratuita. Pero del dinero que los países receptores pagan al gobierno cubano, este solamente ha transmitido al personal médico aproximadamente una cuarta parte.
Por tanto, el número de médicos disponibles para atender a los cubanos ha disminuido, como es el caso de los médicos de familia, la mitad de los cuales trabaja fuera del país, lo que explica la escasez de dicho servicio. Aun así, muchos profesionales desean esos trabajos en el exterior por varias razones, incluyendo el acceso a artículos que pueden comprarse en el extranjero.
Igualdad de genero
Mesa-Lago toma nota de las diferentes proporciones de la fuerza laboral constituida por mujeres en los tres países. Vietnam ocupa el primer lugar, con una proporción de 47.4%, China el segundo, con 43.5, y Cuba el tercero, con 39.4 % (138). Aunque la cifra cubana sea más baja que en los otros dos países, hay que tener en cuenta que es mucho más alta que la de la Cuba prerrevolucionaria, donde según el censo de 1953 (último realizado antes de 1959), solamente el 13.7% de las mujeres trabajaba fuera de la casa y, de estas, más del 25 % eran trabajadoras domésticas.
Cuba se encuentra en segundo lugar respecto al número de semanas con licencia de maternidad concedidas por el estado, con 18; Vietnam ocupa el primer lugar, con 24 y China está en tercero con 14-23, una variación significativa basada en diferencias regionales. (138)
Las pensiones, por su parte, han sido un gran problema dada la alta inflación sufrida por los cubanos en los últimos años. A pesar de que la Isla tiene el más alto grado de cobertura de pensiones para hombres y mujeres de los tres países (68 %) ―comparado con 45 % en China y 28 % en Vietnam―, las pensiones en Cuba, a diferencia de las de Vietnam y China, consisten en cantidades fijas que no ascienden según el grado de inflación. (128, 138) Como resultado, la incidencia de pobreza es más notable entre los ancianos cubanos.
Finalmente, con respecto a las mujeres, quizás el índice más útil sea el de Desigualdad de Género (IDG), medida usada por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas para estimar las disparidades de género en muchos países. Cuba ocupa el tercer lugar bajo ese índice, con un coeficiente de 0.304, Vietnam está en segundo, con 0.296, y China aparece en primer lugar, con un índice de 0.168. (138)
Para resumir la enorme cantidad de datos utilizados en su libro, Mesa-Lago trata de presentar un resumen según varias categorías. Por ejemplo, en el área de Seguridad social el autor seleccionó 51 índices basados en su importancia y comparabilidad. El «ranking» de estos tres países, con los números más bajos siendo los mejores, es: primero China con 1.57, segundo Vietnam con 1.74 y Cuba en tercero con 2.20. (187) La situación es diferente en lo que Mesa-Lago llama «solidaridad social», que se refiere a la igualdad de beneficios y creación de comunidad de intereses entre los diferentes sectores de la población. Este renglón, en el cual Cuba ocupa el primer lugar (1.50), Vietnam el segundo (1.79) y China el tercero (2.25), incluye la atención a la salud, la asistencia social que no está basada en contribuciones, y las pensiones. (139)
Aparte de las muy informativas comparaciones entre China, Vietnam y Cuba, Mesa-Lago presenta datos sumamente útiles respecto a varios aspectos de la realidad cubana. El tema principal en este último contexto es el del bloqueo económico establecido a principios de los sesenta del pasado siglo. No hay duda de que estas represalias abominables por parte del imperio estadounidense no fueron motivadas por amor a la democracia y los derechos humanos, sino para eliminar la amenaza de un país que había permanecido bajo varios grados de control estadounidense desde 1898, y que entonces estaba estableciendo su independencia y aliándose con otro imperio hostil a los Estados Unidos.
Como reconoce Carmelo Mesa-Lago, el embargo (o bloqueo) estadounidense, que se fortaleció bajo Donald Trump, ha durado con más fuerza y por más tiempo en Cuba que en Vietnam, y ha resultado en efectos más adversos para la Isla (20). Sin embargo, hay que notar que esta aseveración necesita calificación en el sentido de que, aunque el impacto económico de las acciones contra Cuba ha sido indudablemente más dañino, Mesa-Lago aclara que Vietnam sufrió veintinueve años de guerra contra Francia (1946-1954) y contra los Estados Unidos (1955-1975), lo que devastó su economía y lo convirtió en uno de los países más pobres del mundo.
Si bien durante la invasión a Playa Girón, patrocinada por los Estados Unidos en abril de 1961, muchos cubanos resultaron muertos y heridos, y han existido víctimas de los ataques terroristas llevados a cabo en tierras cubanas por la CIA, y por supuesto existen numerosas víctimas de la represión gubernamental contra disidentes pacíficos; no caben dudas de que las grandes pérdidas de vidas y de la economía de Vietnam fueron mucho más extensas que las de Cuba.
Respecto a China, los grandes daños causados por las guerras entre caudillos tras el establecimiento de la república en 1911, la guerra contra la invasión japonesa y entre los ejércitos liderados por Chiang Kai Shek y Mao Zedong fueron desastrosos. A todo eso hay que añadir las increíblemente costosas políticas de Mao Zedong, especialmente el llamado «Gran Salto Adelante» (1958-1961), que provocó una hambruna con millones de víctimas, y la denominada Revolución Cultural (1966-1976), que produjo entre uno y dos millones de muertes; ambas fueron no menos destructivas que las atrocidades cometidas por los imperialismos francés y estadounidense en Vietnam.
Finalmente, mientras que según Mesa-Lago el gobierno cubano estimó en 2021 los daños causados por el bloqueo estadounidense en 130 mil millones de dólares, estas pérdidas fueron compensadas en parte por la URSS, lo que incluyó subsidios a través de los precios más altos que pagó por productos cubanos: 65 mil millones de dólares entre 1960 y 1990. Cuba también recibió de Venezuela 100,000 mil millones de dólares entre 2005 y 2017. A lo anterior se suma que la deuda de la Isla con otras naciones, como Rusia, China, México y el llamado Club de París, fue perdonada en la suma de 42,470 millones de dólares.
Además, las relaciones económicas activas con Canadá y la Unión Europea compensaron parcialmente los daños ocasionados por el bloqueo estadounidense (21-22). Sin embargo, hay que tener en cuenta que estas compensaciones no han remediado los efectos estructurales del bloqueo, como por ejemplo la prohibición a empresas estadounidenses de invertir en Cuba y sus efectos respecto al desarrollo económico del país.
En todo caso, en los últimos años ningún otro país ha jugado el rol de la URSS y Venezuela respecto a Cuba, a pesar de las promesas de Rusia.
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(1) Sin embargo, el Centro de Investigación de la Universidad de Stanford mantiene que la propiedad estatal en China está muy mezclada con la privada. Según un reporte de dicho centro, firmas que han invertido en otras firmas representan aproximadamente el 80 % del capital total en la economía china. Dentro de este 80 % de las firmas, el capital total de firmas con algún grado de inversión estatal ha aumentado del 61 % en 1999 al 85 % en 2017. Al mismo tiempo, el capital total de las firmas exclusivamente propiedad del estado ha declinado de 41 % en 1999 a 25 % en 2017.
(2) Según fuentes oficiales cubanas (1 y 2), el PIB declinó 1.1 % en 2024 y 11 % en los últimos cinco años.
(3) Datos publicados por el ministro de Salud, José Ángel Portal Miranda, refieren que la mortalidad infantil aumentó a 8.2 muertes por cada 100 nacimientos en la primera mitad de 2025, por arriba de la cifra de 7.4 durante el mismo período en 2024.
(4) Ver las fuentes para apoyar dicho argumento en Carmelo Mesa-Lago y Sergio Díaz-Briquets, «Healthcare in Cuba: Sustainability Challenges in an Ageing System», Journal of Latin American Studies, 53, no. 1, 133-59.
(5) Esta comparación está basada en los datos muy poco confiables provistos por el gobierno chino. Después que dicho gobierno relajó sus muy fuertes restricciones, en diciembre de 2022, hubo una verdadera explosión del virus. Los investigadores consideran que la cifra oficial de 83,150 muertes (hasta febrero 9 de 2023) es sumamente baja, pues solo cuenta a los chinos infectados que murieron en hospitales, sin considerar a los que murieron en sus hogares. Adicionalmente, el gobierno solamente contó las muertes debidas a fallos del sistema respiratorio, mientras ignoró a los infectados que murieron debido a fallos del hígado, riñones o sistema cardíaco. En conclusión, cuatro grupos de académicos independientes estimaron que el número de muertes debidas al COVID, sumaron un millón a millón y medio de personas en China.
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Imagen principal: Sasha Durán / CXC.