Presagio
La Necrópolis de Colón por más de un siglo ha presenciado la historia de Cuba. A cien metros de su entrada principal, durante las honras fúnebres de las víctimas de los bombardeos a las bases aéreas de San Antonio de los Baños, Ciudad Libertad y Santiago de Cuba, Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la «Revolución cubana».
«Por esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida», aseguró exaltado el joven comandante en la esquina de 23 y 12, del Vedado habanero, aquel 16 de abril de 1961.
Tras 64 años, la Necrópolis todavía presencia cómo los cubanos perdemos poco a poco la vida, esta vez bajo las bombas de la corrupción, la ineficiencia y la represión de un gobierno al que no le interesan los humildes.
La crisis llega al cementerio y se proyecta en sus estatuas sin cabezas, sus imágenes manchadas, sus vidrios rotos, sus sepulcros ultrajados. El lugar que años atrás escuchó en sus proximidades tantas manifestaciones de «reafirmación revolucionaria», es presa de la misma depauperación que el pueblo que realizó aquellos actos.
Abandono y oscuridad cubren a necrópolis y pueblo por igual, que sufren apagones a veces de más de un día por déficit de generación eléctrica.
El gobierno, incapaz de frenar la crisis, viola sin miramientos los más básicos derechos —sobre todo el de la protesta cívica que la propia Constitución refrenda— de quienes son «soberanos» de la República. El Poder encarcela y reprime no solo a opositores, sino a todo aquel que se atreve a criticarlo.
Mientras tanto, la migración nos desangra, rompe familias, separa amistades, fragmenta a la nación como al cristal fino y delicado que ha terminado siendo después de tantos procesos desgastantes.
El país registra el menor número de nacimientos en décadas y el porcentaje de población envejecida es cada vez mayor, mientras que los hospitales se quedan sin insumos ni médicos: el personal facultativo del Ministerio de Salud Pública, disminuyó en más de 60 000 efectivos en tan solo dos años, desde 2021 a 2023, según la edición 2024 del Anuario Estadístico de Cuba.
Al igual que sucede con la Ciudad de los Muertos que se construyó para cobijar los restos mortales del Almirante de la Mar Océana, desde cualquier ángulo es perceptible el declive de la sociedad cubana. La necrópolis, alguna vez valorada como una de las más importantes de América, hoy no es más que un presagio de la muerte de la nación con la que comparte historia.
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Fotos: Sasha Durán / CXC: